No grave will hold me...

No grave will hold me...
Os estoy vigilando...

viernes, 30 de enero de 2009

[I.F.S.] Guardian Angel

Dibujo: Mirian Frías Ferrer (Deed)
Relato: Andrés A. Martínez Bertomeu (Tréveron)

Mark miraba perdido el horizonte, desde lo alto del imponente precipicio de la cantera. El cielo estaba despejazo y de un azul brillante, apenas manchado por jirones blanquecinos. La luz del sol se reflejaba en el abrupto y polvoriento suelo antaño trabajado y perforado, a decenas de metros bajo la altura del risco. No había brisa alguna que acariciara su rostro y, llegado a ese punto, Mark, a sus diecinueve años, ya solo sentía el peso de la pistola en su mano.

- Siempre he sido muy torpe – dijo, mirando al cielo – y para bien o para mal, ello me permitía verte. Siempre he notado tu presencia, a lo largo de toda mi vida.

Apretó el mango del arma con fuerza. La mano le sudaba y un escalofrío recorrió su brazo.

- Muy pocas veces, a pesar de todo, han sido las veces en las que he podido afirmar que te vi. – continuó – Y siempre fueron destellos fugaces del reflejo de cristales. – rió – Pero, demonios, fueron suficientes.

Muy lentamente, Mark alzó la mano que sostenía el mortal artefacto, ya cargado y amartillado, con la intención de dirigirla a su sien.

- Fue tu rostro, fueron esos ojos tiernos. Tu candorosa sonrisa que me hacía sentir tan seguro. Realmente me sentía protegido. Realmente me sentía bien.

Presionó el cañón del arma en su sien. Estaba frío, y si bien fue por ello o por el acelerado palpitar de su corazón, el vello de su cuello se erizó, y un escalofrío recorrió su espina. Sus ojos se empañaron.

- ¿Qué he de hacer…? – musitó, mientras apoyaba el dedo en el gatillo - ¿Qué de hacer para poder volver a verte…?

- Detente…

Fue apenas un susurro, acompañado del vibrante sonido del viento desplazado a través de cientos de plumas. Mark giró la cabeza hacia la fuente del sonido, de aquella voz cuya dulzura sobrepasaba con creces aquella que oía en sus sueños.

Y sonrió. Ella estaba allí.

Sus cabellos eran negros como el azabache y su finura arrancaba destellos de ónice del sol. Éstos caían sobre su rostro cubriendo uno de sus ojos, profundos e inescrutables, grises como un cielo nuboso. Un vestido simple de seda brillante dibujaba las sinuosas y sugerentes líneas de su cuerpo y, naciendo en su espalda, dos enormes alas, blancas como palomas, se abrían hacia Mark.

- Has venido – dijo éste, que no pudo reprimir la emoción en su voz.

- ¿Qué estás haciendo, pobre alma…? – preguntó ella, con amarga condescendencia.

- ¿Sabes por qué he elegido un vulgar revólver? – apartó el arma de su cabeza y la observó – Cuesta mucho conseguir una licencia ara una de éstas. Exámenes escritos, psicotécnicos, periodos de espera… Pensé que habría tiempo de sobra para que vinieras, lo has dejado para el último momento – le reprochó con ternura.

- No creí que fueras a hacer esta locura.

- Es curioso… el examen psicotécnico reflejó que no tengo ningún problema en la cabeza, pero verte a ti hace que sea como para pensárselo, ¿no crees?

- He acudido a ti una vez más para protegerte de nuevo, Mark. Suelta ese arma y aléjate de la cornisa, por favor…

Él negó con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Una lágrima rebosó de cada ojo.

- No… no… no quiero volver a perderte… llevo soñando con tu rostro demasiado tiempo… Esta visión, o lo que quiera que sea, es demasiado hermosa como para perderla… – volvió a presionar el cañón contra su sien – ¡Y a Dios pongo por testigo que si vuelvo a perderla mi vida dejará de valer la pena!

El ángel le observó, incapaz de actuar por divino mandato, y sus ojos se humedecieron con las primeras lágrimas de angustiosa impotencia.




- Me pides un imposible… Y si presionas ese gatillo irás a un lugar más allá de mi alcance. Más allá del alcance de nadie. Por favor – suplicó – baja el arma…

La mano de Mark tembló. Titubeó por primera vez, y ella le presionó, esperanzada.

- Si presionas ese gatillo, ya no podré volver contigo jamás… no me hagas esto…

Él pareció ceder por fin, y la pistola se alejó de su cabeza.

- Sí… tal vez sea mejor… – comenzó a decir, mientras abría su mano dejando caer el arma al suelo.

- Así es… - suspiró aliviada

- Tal vez sea mejor no volver a verte.

Y se dejó caer por el precipicio.

El ángel no perdió el tiempo con gritos de terror y se lanzó tras él como una exhalación. Batió sus alas con fuerza hacia abajo y las mantuvo pegadas a su cuerpo para ganar velocidad y poder alcanzarle. Mark, completamente entregado a la caída, cerró los ojos mientras escuchaba, entre el estruendoso rugido del viento en sus oídos, la violencia de las vibraciones de las plumas de su ángel que, agarrando sus pies, pudo darle alcance por fin.

El suelo se acercaba a toda velocidad, ella apenas iba a tener tiempo de frenar la caída con sus alas.

Por ello, se limitó a abrazarle.

Mark sintió su cabeza contra su pecho, inhalando su celestial aroma, acariciando su cintura sobre el fino tejido de seda. Plenamente consciente de que no habría infierno que pudiera hacerle olvidar el infinito consuelo de aquel momento. Creciendo en la certeza de que un mundo sin ella perdía todo su atractivo y su encanto. Suspirando aliviado, al cerciorarse de que su locura se perdía en la tangibilidad del pequeño cuerpo de su ángel de la guarda. Y sintiéndolo, ella le abrazó con fuerza, incluso en los últimos segundos.

El impacto era inminente.

Y ella nunca abrió sus alas.

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Ya sé que prometí que el siguiente Fanart Invertido sería de el siempre amigable y sangriento Secun, pero por problemas técsnicos, ello se verá retrasado al próximo número (esperemos...). Mientras tanto, ¡no dejéis de mandar vuestros dibujos (aquí pegaría la palabra "amiguitos", pero paso... xD)!

¡Ciao!

miércoles, 28 de enero de 2009

Anniversary

[WARNING: Sugar overflow ahead]



¡Esos locos Treveroncitos! Hoy: ¿Quién puñetas es Deed?



Me había dicho a mí mismo que no debía escribir nada por adelantado en mi ordenador y luego pegarlo aquí, porque de esta manera me vería obligado a improvisar y así poder expresar mejor lo que siento.

Pero una vez más, ella me deja sin palabras. O por lo menos, sin palabras que yo no haya dicho ya en otras ocasiones. O tal vez sea porque gasté mi mejor arsenal cuando hicimos diez meses, o tal vez estoy tonto, no sabría decirlo '^^

Efectivamente, hoy hago un año con mi Churri, y aunque esto sea quizás la frase más predecible en este momento, no por ello es menos cierta: ha sido el mejor año de toda mi vida. Y ya solo me queda vivir en vista a tener años aun mejores.

Jamás me he sentido tan a gusto junto a alguien como con ella. No tengo que finjir nada que no soy, no tengo que reprimirme ante nada porque sé que ella es igual que yo. Me despierto siempre con la esperanza de volver a ver su sonrisa o las caras que pone cuando hacemos bromas, volver a sentir sus labios sobre los míos, sentirla enroscada entre mis brazos ante el frío de este enero que nos vio comenzar.

Sí, definitivamente, me quedan muchos años aun mejores.

Porque sé que serán así.

Porque sé que ella hará que sean así.

lunes, 26 de enero de 2009

Migrating



Dedicada a mi compañera y amiga Fani: todos cometemos errores, mujer... ^_^

sábado, 24 de enero de 2009

Grftx...



Estúpidos médicos con sus estúpidos títulos y sus estúpidas consultas...

(Inciso: la cara de disfrute de Deed durante el comentario es ABSOLUTAMENTE VERÍDICA)

jueves, 22 de enero de 2009

Save the Game



Mi blog está a salvo una vez más...

¿¡Pero por cuanto tiempo!? (óigase con rever)

Lo sabrremos la próxima semana, en el mismo canal, a la misma hora...

Y esas cosas...

lunes, 19 de enero de 2009

[I.F.S] Ivy Swing

Dibujo: Leyre García García (Delerium)
Relato: Andrés Antonio Martínez Bertomeu (Tréveron)


El columpio se balanceó lentamente, y la hiedra que abrazaba sus cuerdas crujió con ellas, dejando un casi inaudible eco más allá del claro. El árbol del que colgaba, exuberante y lozano, permitía de manera condescendiente que la hiedra reptara gentilmente por su anchísimo tronco, sobre una de cuyas ramas colgaba el columpio. Una mujer estaba impulsándose a desgana sentada sobre el tablón de la humilde atracción, mirando al vacío con melancolía. Y escuchaba.

Escuchaba aquello que los hombres no pueden oír, aquello que la naturaleza se guarda para quienes no han perdido la comunión con ella. Escuchaba los susurros del viento, el murmullo del agua al caer, el atropellado y veloz chapurreo de los animalillos que la rodeaban, el zumbido ininteligible de los insectos. Escuchaba a los espíritus del bosque.

Gritaban. Estaban agonizando, incapaces de seguir aguantando por mucho más tiempo la opresión de los codiciosos humanos que habían dado de lado a la madre que les alimentó desde los albores de la historia. Y la mujer, sola, impotente, no podía más que contener amargas lágrimas en sus ojos verdes.

Fueron esos mismos espíritus los que le advirtieron de la presencia de alguien que acechaba tras un árbol cercano. Algunas de las criaturas de la verdor observaban con ojo avizor y advertían a la mujer con estridentes chillidos. El aire le trajo sutilmente su aroma: era un hombre, posiblemente un cazador; uno muy descuidado.

Éste se movió, los crujidos de las hojas secas de hiedra que cubrían el suelo le delataron.

Repentinamente el viento silbó: el cazador había lanzado algo. Algo agudo. Un reflejo metálico lanzó un fugaz destello que alertó a la fauna. La mujer, plenamente consciente del ataque no se movió, y un cuchillo, raudo y firme, pasó rozando su mejilla izquierda, cortando parte de su larga melena morena. Fue entonces cuando el cazador se dejó ver.

Ahogó un grito cuando se percató de lo que se encontraba ante sí. Vio el árbol, cubierto de una hiedra que arraigaba lejos de la base de este y que cubría gran parte del suelo del claro. Algunas de las hojas estaban aparentemente secas, con un color ocre rojizo, que contrastaba con el verde general del paisaje. También vio el precario columpio. Y la vio a ella.

Vio sus ropas campestres que dejaban al descubierto su espalda, de una piel morena y aterciopelada. Sus cabellos morenos y lisos, eran más cortos allá donde se había hallado la trayectoria del cuchillo. Ella ni siquiera de había dado la vuelta para observar a su agresor.

- ¡Dios! – exclamó el cazador – ¡Se lo ruego, discúlpeme, señorita! ¿Está usted bien? ¡Por favor, hábleme! ¡Dígame que está bien!

- Eso calmaría tu conciencia, ¿verdad? – dijo ella; su voz era dulce, aunque teñida de tristeza.

Giró la cabeza y le miró con sus profundos ojos verdes. Una lágrima había conseguido asomarse y ahora se derramaba a lo largo de su mejilla. Sus finos labios sonrieron.

- Cálmese... estoy bien...

El hombre suspiró, aliviado.

- Creí que era un animal... Oí el crujido de unas hojas y pensé...

- La hiedra.

- ¿Cómo?

- Fue la hiedra que rodea las cuerdas de este columpio la que oíste.

El hombre se fijó entonces. Efectivamente, finas cicatrices de hiedra recorrían las ramas del árbol.

- ¿Por qué cazabas? – preguntó ella

- Ehm... – titubeó él – Supongo que por entretenimiento... – admitió algo avergonzado.

- ¿Y qué pensabas hacer con la pieza cazada?

- Pues... – completamente sofocado abrió la boca pero no respondió

Ella rió con amargura.

- Nunca es suficiente para saciar la codicia que nos reconcome... – mientras ella hablaba, el cazador se acercó preocupado – ... y nuestro egoísmo no conoce ataduras ni restricciones.

- Disculpe, pero no entiendo...

- Claro que no entiendes. – le cortó – Nadie parece entender que el bosque está hastiado, que la tierra gime e intenta sacudirse de la plaga que lo corroe desde su superficie hasta sus entrañas. Sí... el principal error que comete la raza humana es que no entiende. Porque la venda que cubre vuestros ojos es la idea del control que creéis sobre aquello que os rodea.

El cazador retrocedió, asustado ante la aparente enajenación de la mujer, pero tropezó con un tallo de hiedra y calló al suelo con un estrépito ahogado por la tupidez de la hojarasca.

- Creéis que el bosque no puede defenderse, pero lleva aquí desde antes que ninguno de nosotros fuera concebido.

El hombre intentó levantarse, pero sus mangas se habían enganchado en las espinas del manto vegetal que lo rodeaba. Sobresaltado, tiró de sus brazos y el tejido de su camisa se rasgó con las púas de la hiedra. Sus antebrazos sangraban, magullados.

- Pensáis que el bosque no es lo suficientemente capaz de deshacerse de las plagas que lo infectan.

Cada vez más tenso el cazador movió sus piernas para intentar levantarse, pero descubrió que también están enganchadas en los diminutos garfios de la hiedra. Aterrorizado, observó cómo tallos comenzaron a crecer a su alrededor, envolviéndole, abrazándole, perforando si piel con cada vez más abundantes espinas que parecían crecer desde la misma superficie de su cuerpo. Angustiado y desesperado, gritó.

- ¡¡POR FAVOR, AYÚDAME!!

- El bosque también grita. Y sus gritos son ignorados desde hace demasiado tiempo.

Más tallos reptaron hacia su boca, abierta de par en par ante la necesidad de respirar y gritar pidiendo ayuda. Poco a poco, lentamente, su voz estridente fue ahogada.

La hiedra fue rasgando su piel mientras seguía creciendo sobre el cuerpo sin vida del cazador, alimentándose de su sangre. El color de las hojas que le envolvían comenzó a virar del verde esmeralda al rojo cobrizo, fundiéndose con el resto de hojarasca ocre que manchaba la verdor del claro. La mujer del columpio sonrió.

- El bosque luchará para prevalecer.

Se balanceó una vez más. La hiedra que abrazaba las cuerdas crujió.



>> A cualquier precio.


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Segunda entrega del patentadísimo Servicio de Fanarts Invertidos, a cargo de nuestra amiga y vecina Delerium. Recordad, si queréis saber lo que puede dar de sí alguno de vuestros dibujos que tenéis tirados por casa muertos de risa, ¡Enviadlos! Siguiente entrega, un fanart invertido a cargo de el siempre hilarante Secun (y sus divertidas ansias asesinas)

sábado, 17 de enero de 2009

Yours Sincerely




Lo nuestro fue un flechazo, como se puede apreciar...


...


...


Más maja ella...

miércoles, 14 de enero de 2009

Faithfully



Esos cabrones.... siempre se me adelantan...

lunes, 12 de enero de 2009

Stars Cream




Pues la cosa es que tenía esta tira muerta de asco en mi Pen Drive desde hace meses, iba a reservarla para algún fanzine.

En fins, otra vez será ;P

sábado, 10 de enero de 2009

Ways




Argumentando que esa fue una de las principales razones de mi ateísmo y con mis mejores deseos de reflexión y autoconocimiento incitados por esta tira, solo me queda añadir... chínchate, Basterrak; una tira con una única viñeta repetida.

jueves, 8 de enero de 2009

Praising



¡Un poco de seriedad, por favor! ¡Que ya no sabe uno si está diciendo cosas bonitas!

Ains...

En fin... uníos a la T.E.T.A. y eso...

martes, 6 de enero de 2009

The name is...



Siempre dispuesto a marcar estilo, ese hombre...

domingo, 4 de enero de 2009

The Roman who Loved me III



"E.C.R.D.A.C.A.C.Q.C.A.E.U.A.E.T.Y.A.E.M.C.M.N.P.I.E.M.O.Y.L.E.C.V.L.C.D.F.Y.E.S.G.T.S.D.I.C." llega a su fin ya que, para que se conserve de moda, ha de ser una trilogía.

Pero no temáis, el romano pervivirá... en forma de chapa.

viernes, 2 de enero de 2009

The Roman who Loved me II



Podéis llamar a la serie de moda "E.C.R.D.A.C.A.C.Q.C.A.E.U.A.E.T.Y.A.E.M.C.M.N.P.I.E.M.O.Y.L.E.C.V.L.C.D.F.Y.E.S.G.T.S.D.I.C.", para abreviar.